Sí señores, soy esquizofrénica. Pero para ser honesta siempre lo supe, desde que tenía 4 o 5 años y les pedía a los desconocidos de las esquinas madrileñas si querían ser los tíos que no tenía porque a los míos los había dejado en Buenos Aires.
Cuando llegué a los 8, estaba convencida que vivir en una casa rodante, como la de mis abuelos, era la mejor idea que alguien podría llegar a tener. A los 12, quería ser brasilera porque ellos eran el país “mais grande do mundo”. A los 15, creía en conjuras universales y conspiraciones templarias… ah! Y también quería ponerme a estudiar Marketing. A los 17, idolatraba al Che Guevara, a los 21 me creía el Che Guevara. A los 22 ,tenía toda la intención de hacer pulseras para costearme un catre en la comunidad hippie de la Isla Margarita.
Y ahora, que estoy ahí nomás de los 26, me doy cuenta de que soy todas esas personas juntas y más, la mayoría de las veces al mismo tiempo. Bue... todas menos una: Brasil no es “o pais mais grande” sino “o maior do mundo”. Y esa falta idiomática partió mi corazón.
